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Generosidad, una actitud de mindulfness


Como ya sabemos, el Mindfulness es una práctica meditativa que implica aprender a prestar atención al momento presente con una actitud de apertura y bondad. Bondad para con nosotros mismos y para con los que nos rodean.

Es por ello, que los términos de mindfulness y generosidad van siempre de la mano.

Por si no lo sabes, pero la generosidad es de lo más contagioso que hay.

Richard Davidson, un importante investigador que ha dedicado mucho esfuerzo al estudio de los cerebros de personas que cultivan la compasión y otras actitudes propias del mindfulness ha encontrado que la mejor manera de activar los circuitos cerebrales relacionados con las emociones positivas es mediante la generosidad.

El Proyecto de la Ciencia de la Generosidad de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos define la generosidad como “la virtud de dar cosas buenas a otros libre y abundantemente”. El mindfulness va más allá de “actos de generosidad” hacia el desarrollo de una “actitud de generosidad” que incorpora también respeto y humildad.

Dentro de la generosidad también podemos dar tiempo, atención, compañía, motivación, afecto y reconocimiento. Y también es darnos cuenta cuando negamos generosidad; cada día hay oportunidades de practicarla.

La amabilidad, la generosidad y la empatía son habilidades que se pueden aprender y se pueden trabajar. Son como un musculo que en cuanto más se trabaja más se define.

Los estudios de neurociencia nos demuestran que el cerebro es totalmente plástico y cambiante. El día de hoy sabemos que la bondad es uno de los factores que modifica nuestro cerebro.

Las prácticas meditativas de la bondad amorosa nos ayudan a cultivar la generosidad y aquí la investigación también ha encontrado que estos ejercicios contribuyen a la reducción del estrés, alivian la depresión y generan bienestar y actitud positiva.

La manera más sencilla es mediante la realización de pequeños actos de amabilidad.


 
 
 

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